En mi consulta de masaje tántrico en Bilbao recibo a personas de muchos lugares, y cada encuentro es único. Hace poco llegó una mujer holandesa que lleva tiempo viajando por España en su furgoneta. Desde el primer momento, sentí su conexión profunda con la naturaleza, una sensibilidad especial que algunas personas tienen para escuchar lo que no se ve, pero se siente: los árboles, el viento, el cuerpo, el alma.

Durante nuestra conversación previa a la sesión, surgió un tema que se repite en muchas mujeres: la dificultad para poner límites, la sensación de peligro cuando se está cerca de ciertas energías, el miedo a habitar el propio cuerpo. Todo eso tiene raíces profundas, muchas veces ligadas a nuestro linaje femenino.

La herida ancestral del “NO”

Ella compartió que, desde pequeña, su voz fue anulada. Su padre no le permitía expresar lo que no quería, incluso en cosas pequeñas como decidir no visitar a la abuela. Su “NO” fue constantemente ignorado. En el colegio sufrió bullying, y me dijo algo muy revelador: “Casi prefería el bullying a ser ignorada por completo”.

Estas experiencias no solo nos afectan a nivel emocional y psicológico, también dejan huellas en el cuerpo, en el sistema nervioso, en los órganos femeninos. Y muchas veces, estos traumas no son solo personales: vienen de generaciones anteriores. Cargamos dolores que no son nuestros, patrones que repetimos sin darnos cuenta.

 linaje femenino y liberación de memorias ancestrales a través del masaje tántrico

El masaje tántrico como vía de liberación

En la sesión, comenzamos con un ritual de conexión y respiración consciente por la boca, una técnica que activa los tres primeros chakras: raíz, sacro y plexo solar. Ella se sintió muy cómoda, su cuerpo respondía con apertura y sensibilidad.

El masaje fue suave y amoroso, desde una presencia total. Su cuerpo empezó a liberar tensiones rápidamente. Al tocar su vientre, su corazón y su pecho, brotaron lágrimas, gritos y temblores involuntarios. En un momento, me dijo algo muy poderoso: “Siento que mis ovarios me están hablando. Puedo sentir cómo me sacaron del útero de mi madre”.

Ahí estaba ocurriendo algo profundo: una conexión directa con su linaje materno. El masaje tántrico había activado una memoria corporal heredada, una herida ancestral lista para ser sanada. Estaba liberando no solo su propia historia, sino la de las mujeres de su familia.

Sanar el linaje femenino a través del cuerpo

Durante más de dos horas trabajamos con presencia, respiración, movimiento, toque consciente y energía. Aparecieron imágenes, memorias, emociones que pedían ser liberadas. La sanación del linaje femenino es un proceso profundo que no siempre se puede hacer desde la mente. El cuerpo es el portal.

Al finalizar, ella tenía miedo de salir a la calle. La acompañé, y se sorprendió al sentirse mucho más presente, más segura y más viva de lo que esperaba. Estaba vulnerable, sí, pero también conectada con una fuerza interna renovada.

Nos abrazamos con gratitud. Porque en este trabajo, la sanación es mutua. Cuando una mujer sana, sana todo su linaje. Y eso es lo que el masaje tántrico puede ofrecer: no solo placer y relajación, sino una vía poderosa para liberar lo que no nos pertenece y reconectar con nuestra esencia auténtica.


¿Quieres explorar la sanación de tu linaje femenino a través del masaje tántrico?

Si resuena contigo este camino, te invito a vivir una sesión de masaje tántrico en Bilbao, o participar en alguno de los talleres y retiros de tantra que organizo. Este trabajo puede ayudarte a liberar bloqueos profundos, reconectar con tu cuerpo y sanar memorias que no necesitas seguir cargando.

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